Así es la triste realidad, los gringos rescatarán su economía y recibirán apoyos gubernamentales por muchos miles de millones de dólares (de los contribuyentes), pero con la condición de que se lo gasten en su propio país y consumiendo en mayor medida su producción nacional.
Todo bajo el lema «Buy American» (compra lo estadounidense) haciendo con esto una esfera proteccionista de su planta productiva.
¿Y nosotros acá en México que haremos? Ya vimos que los múltiples «pactos» que se hacen entre el gobierno y la industria nada mas no fructifican…
El gobierno de EU se apresta a rescatar de la quiebra a estas empresas. Pero eso, en lugar de calmar las aguas en México, podría significar el cierre de líneas de producción y de plantas completas. La Casa Blanca condiciona su apoyo a que las firmas de Detroit privilegien sus operaciones en EU sobre sus actividades en otros países. A esto se suma que el principal mercado de los autos mexicanos, EU, pasa por la peor crisis económica en casi un siglo, lo que mantiene a la industria automotriz mexicana más expuesta que nunca y al gobierno de Felipe Calderón sin margen de maniobra.
A nivel nacional, la foto no es distinta. La industria automotriz representa 3.5% de la economía mexicana y es el principal engrane de la manufactura nacional. Unas 650,000 personas laboran directamente en ella, y si se incluye a talleres mecánicos, vulcanizadoras, refaccionarias, gasolineras y casetas de peaje, el sector emplea a 2.5 millones de personas, según la Industria Nacional de Autopartes (INA), organismo que agrupa a los fabricantes del ramo.
Lee la nota completa en CNN Expansion
Entre sus ideas iniciales estaba la de «Nada de comprar acero en otros países» para los proyectos de infraestructura que se harán con esos dineros del rescate:
La cláusula prohíbe la compra de acero y hierro extranjero en aquellos proyectos de infraestructura que sean financiados con dinero de este paquete.
Nota en El Economista
Algunos dicen que la iniciativa Buy American se asemeja a la Ley de Tarifas Smoot-Hawley de 1930, que aumentó los aranceles sobre miles de productos importados. Otros países respondieron aumentando sus barreras a los productos estadounidenses, lo que generó una crisis del comercio internacional y agravó la Gran Depresión.
Pues eso ganamos por no tener una verdadera industria automotriz nacional, más allá de la maquila. La única empresa de vehículos cien por ciento mexicana es DINA, pero no hace automóviles.
Dicen los conspiracionistas que hay un tratado firmado que impide a México desarrollar tecnología propia: puras habas, simplemente es que somos mediocres y cobardes, por lo que nadie dijo nada cuando el gobierno prefirió vendernos como mano de obra barata para firmar el TLC, en lugar de fomentar el desarrollo de tecnología propia para competir en igualdad de condiciones.
Yo no culpo a Obama, creo que está haciendo lo que tiene que hacer para reactivar su economía. La pregunta es… ¿qué vamos a hacer nosotros para reactivar nuestra economía? ¿seguir señalando con el dedo a los «catastrofistas» o ponernos a trabajar para salir lo más rápido posible del pozo en el que estamos cayendo? ¿esperar hasta que el presidente de Estados Unidos nos venga a sacar del hoyo como cuando los errores de diciembre? ¿o mejor nos esperamos con los brazos cruzados a que valga gorro todo para echarle después la culpa de todos los males al Presidente anterior, como ha ocurrido en los últimos 7 u 8 sexenios?
Hay que sacudirse las telarañas de la cabeza y entender que la crisis no es una tragedia, sino una oportunidad de oro para mejorar. Es como el sufrimiento, la enfermedad o las decepciones: lo que lastima pero no te mata te hace más fuerte.
No soy para nada religioso, pero no puedo terminar sin decir que hay una parábola en la Biblia que creo que se aplica perfectamente a lo que estoy tratando de decir: Mateo 7:24-27. Ahí se las dejo de tarea. Luego la pongo en mi Blog, jeje.